Hoy día nuestra vida es diferente de lo que habíamos planeado.
El 2020 inicia como cualquier otro año, mostrando retos, nuevas oportunidades por aprovechar y nuevos escenarios en los que avanzar, no nos quedamos solo con los éxitos o con los fracasos del año anterior, que si fueron éxitos, nos motivaron a alcanzar más y más en nuestra necesidad por la constante superación y, si fueron fracasos, recapitulamos, analizamos y volvemos a planear, decidimos qué hacer, cómo hacerlo y cuándo lo debemos hacer.
Ese podría ser el mayor enfrentamiento mental con el que hoy lidiamos: tiempo dedicado, actividades estructuradas y todo lo que habíamos planeado puede ya no estar, hoy todo es diferente. Entonces, ¿deberíamos llevar nuestras vidas por el mismo camino que planeábamos cuando no considerábamos una pandemia global?
Cuando empezamos una actividad de la que disfrutamos o cuando se acerca una fecha especial, nuestra memoria empieza a ahondar en aquellas situaciones que se hubiesen presentado si tal cosa hubiese pasado y nos preguntamos ¿qué estaríamos haciendo de haber continuado con la vida como solíamos llevarla?. Tal vez estaríamos en situaciones que llevábamos planeando con mucha anterioridad o también podemos considerarnos afortunados de no tener que realizar algunas otras que no queríamos. Puede que, con mayor o menor frecuencia, busquemos encontrar el “que hubiese pasado si”, pero esta reflexión no otorga una solución, solo otorga posibilidades infinitas de perderse en lo que deseábamos.
El ciclo de Deming nos insta a tener una mejora continua, planeamos, hacemos, verificamos y actuamos, un circuito que tiene un orden y que nos permite saber en qué dirección debemos ir. Mentalmente, hoy recapitulamos en qué momento nuestro ciclo se vió interrumpido, tal vez nuestra planeación del año que estábamos ya poniendo en marcha o, por otro lado, actividades que ya estábamos validando. Esto en algún punto se quebró y cada uno puede analizar desde su contexto laboral o personal, qué tan fuerte o no chocó este aislamiento con nuestro ciclo. Sin embargo, es esa misma fuerza la que nos permite reconocer a tiempo que el ciclo debe de empezar una vez más, no necesariamente cambiando el qué, según lo que estemos buscando, pero definitivamente cambiando el cómo.
Si hemos reconsiderado el qué queremos alcanzar, el cómo debemos trabajar de aquí en adelante, entonces, ¿por qué sigo realizando las mismas tareas que realizaba antes? Es ahora cuando debemos encontrar este espacio de retrospección, en el que pueda comparar mi cotidianidad o rutina en la que desenvolvía tan usualmente mi vida y traer aquellas buenas prácticas, aquellas actividades que disfrutaba y todas las responsabilidades. Construir ese nuevo diario que me permite encontrar los nuevos espacios a disfrutar y, si antes disfrutaba el tiempo de lectura durante el traslado a mi lugar de trabajo, ahora que ya no me traslado, ¿lo dejo de lado? Esos son los detalles que inspeccionamos ahora en la creación de una nueva realidad, una rutina que reemplace la rutina, pero que traiga todo lo bueno y que me permita realizar las tareas que debo cumplir.
Podemos llegar a este punto y decir que son estudios y acciones que ya conocíamos, pero, en qué nivel lo hemos empleado en nuestra nueva realidad debe ser lo que nos mueve. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cuándo hacerlo? ¿Por qué hacerlo? Ese debiese ser el diario de nuestras vidas, tantas herramientas que ayudan en la visualización, orden y especificación y que es muy posible que las usáramos, pero que hoy no, ¿por qué?
Es importante profundizar también en el tiempo que le otorgamos a cada responsabilidad que tenemos por cumplir. Sabemos por diferentes estudios qué tanto tiempo podemos enfocarnos, y aun así, dejamos de lado las pausas activas, las pequeñas conversaciones con nuestro compañero y nos cansamos más de lo que deberíamos, en actividades que nos costarían mucho menos.
Así como nos perdemos en lo que pude hacer, podemos perdernos en la aseveración de “espero que llegue el día de salir” o “que llegue el fin de semana”. Ahora, cuando queremos salir y no podemos, pensamos constantemente en lo que quiero hacer cuando pueda hacerlo, esta es otra manera de perder nuestra realidad en actividades que planeamos, pero si realizamos cada actividad no esperando empezar otra, tal vez aprendamos a disfrutar los detalles de nuestra nueva realidad del día a día.
En el momento de la prueba es donde se miden los conocimientos, al intervenir ante una injusticia es donde medimos nuestra valentía, al tomar una decisión crítica medimos nuestros principios. Y ahora que estamos en cuarentena, ¿qué estamos demostrando?
Nuestra situación de aislamiento voluntario o no, prueba y demuestra que nuestra rutina se puede alterar de manera consciente e inconsciente, dependiente de cómo aplicamos todas esas horas de lectura, de asistencia a talleres, de conocimientos generales. Ahora es cuando tenemos la oportunidad de presentar a nosotros mismos nuestra movilización ante los cambios.
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